¡Qué bendición que nuestra Santa Madre se aparezca no sólo una vez, sino 18 veces! Eso fue exactamente lo que le sucedió a Bernardita Soubirous durante cinco meses en 1858. En una ocasión, Bernardita, su hermana, y una amiga recogían leña cerca de su casa en Lourdes, en Francia, cuando, de repente, a Bernardita se le apareció una agradable Señora vestida de celeste y blanco, sobre un rosal en una gruta pequeña. La Señora tenía en sus manos un rosario e hizo la señal de la cruz, y Bernardita, de sólo 14 años de edad, se arrodilló y empezó a rezar el rosario.