María Bernarda Bütler (Español)

Verena Bernarda Buetler2

Fiesta: 19 de mayo
Canonizada: 12 de octubre, 2008
Beatificada: 29 de octubre, 1995

Verena Bütler tuvo una infancia muy feliz en Suiza. Ella amaba la naturaleza y el estudio. Cuando hizo su primera comunión en 1860 a la edad de 11 años, su familia se mostró satisfecha por su fuerte compromiso con su fe y su espiritualidad. Terminó su educación formal a la edad de 14 años y mientras trabajaba en la granja de su familia, se enamoró de un joven. Pero el llamado de seguir a Dios era más fuerte; ella se desprendió de su compromiso matrimonial y entró en el convento a los 18 años.

Sin embargo, ese convento no era el lugar adecuado para ella. Verena se sintió atraída por un tipo diferente de la vida religiosa, y finalmente entró en el monasterio franciscano de María Auxiliadora de los Pecadores. Tomó el nombre de Sor María Bernarda del Corazón de María.

El obispo de Puertoviejo, en la lejana tierra del Ecuador la invitó a servir como misionera allí. Ella y otras seis hermanas llegaron a Ecuador en 1888, donde finalmente fundaron una nueva congregación, las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora de los Pecadores. Habían pocos sacerdotes, y la fe se practicaba con una pobre educación en el Ecuador. Sor María Bernarda y sus hermanas trabajaron muy duro para llevar la educación religiosa a las familias.

Su congregación creció rápidamente, pero sus hermanas sufrieron: eran muy pobres y habían muchos riesgos para su salud y seguridad. En 1895, se vieron obligadas a huir de Ecuador. Sin saber a dónde ir, viajaron a Colombia y se les invitó a trabajar en un hospital para mujeres en la Diócesis de Cartagena.

El ejemplo de la hermana María Bernarda llevó a un crecimiento de su congregación, con la apertura de casas en Austria y Brasil. El amor de la congregación por los pobres era evidente en todo lo que hacían.

En 1924, la hermana María Bernarda murió a la edad de 74 años. Había pasado 38 años como misionera y nunca había regresado a su amada patria. A causa de su celo misionero y devoción, fue canonizada por el Papa Benedicto XVI en 2008.

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